lunes, 26 de octubre de 2009

Las 7 Profecías Mayas: entre el mito y la realidad


Cada tanto, y durante ciertos periodos en la historia de la humanidad, aparecen anuncios del fin del mundo que, sin entrar en detalles precisos, nos remontan desde el Apocalipsis bíblico, pasando por Michael Nostradamus hasta –inclusive- nuestro compatriota Benjamín Solari Parravicini.

La última calamidad universal de moda es la de las siete profecías mayas que ya ha cosechado cientos de miles de aterrados creyentes en todo el planeta. Y no es para menos; su amenaza es tajante e históricamente funcional: muerte o reconversión. Su éxito está basado en sólidos pilares, en miedos del “conciente colectivo”. Por un lado, la buena reputación de la desaparecida cultura maya por sus profundos y certeros conocimientos astronómicos, matemáticos y arquitectónicos le da a la profecía un viso de credibilidad irrefutable. Por otro, sus postulados se sostienen en hechos posibles que atentan contra la propia existencia del hombre. Pero antes de avanzar en el análisis, la conocemos brevemente:

PRIMERA PROFECÍA
El 22 de diciembre de 2012 “el sol recibirá un rayo sincronizador del centro de la galaxia con el que se iniciará un nuevo ciclo. Será el fin del mundo del materialismo y el inicio de una nueva etapa de respeto y armonía”.

SEGUNDA PROFECÍA
“A partir del eclipse del 11 de agosto de 1999, las transformaciones físicas en el sol alterarán el comportamiento de los hombres”. Algunos perderían el control de sus emociones y otros afianzarían su paz interior.

TERCERA PROFECÍA
“Aumentará la temperatura de la Tierra y se producirán desequilibrios climáticos y geológicos”. La falta de sincronía entre nuestro comportamiento y la naturaleza traerá grandes problemas.

CUARTA PROFECÍA
“Una ola de calor provocará el derretimiento del hielo de los polos”. Según los mayas, este será el modo en que “el planeta se limpiará y reverdecerá”, pero a la vez “se inundarán las costas y miles de personas que viven cerca del mar se enfrentarán a serios peligros”.

QUINTA PROFECÍA
“Si no sintonizamos nuestro comportamiento con los ritmos de la naturaleza y la galaxia, antes del 2012 veremos fallar todos los sistemas sobre los que está basada nuestra civilización”. Se producirá un colapso de la red informática, la electricidad, el sistema económico y la religión.

SEXTA PROFECÍA
Habla de la aparición de un cometa que “traerá transformaciones físicas muy bruscas en nuestro planeta”. Los mayas aseguran que existen altas probabilidades de que choque con la Tierra. Pero a la vez, sostienen que “es posible desviar su trayectoria por medios físicos o psíquicos”.

SÉPTIMA PROFECÍA
“A partir de un esfuerzo voluntario por lograr la armonía y la paz interior, podremos desarrollar nuevos sentidos e integrarnos al funcionamiento de la galaxia”.

La fecha para la profecía -22 de diciembre de 2012- está tomada del propio calendario maya –que allí concluye abruptamente-. Aunque no existe aún consenso sobre los motivos de la súbita desaparición de esta prodigiosa cultura centroamericana, se cree que los enfrentamientos internos, muchos de ellos generados a raíz del agotamiento de los recursos naturales, así como la rebelión de diversas culturas sometidas, dieron por tierra abruptamente con una de las civilizaciones más avanzadas de la época. Un fenómeno similar, pero a menor escala y con idénticos resultados, habría ocurrido con los pobladores de la inhóspita Isla de Pascua. Y parece que si seguimos escarbando en los antecedentes históricos, vamos a encontrar, seguramente, una inmensa cantidad de ejemplos y una trilogía en común: civilización – violencia – medio ambiente.
Volviendo a las profecías, las dos primeras hacen referencia a fenómenos galácticos que influirán en el comportamiento humano. Para nuestro actual entendimiento es improbable demostrar la existencia de emanaciones energéticas y sincronizadoras del centro de la galaxia que pudieran afectar al astro rey y éste a nuestro comportamiento psicosocial. Sí es sabido de ciclos celestes, vientos solares y electromagnetismo que tienen incidencia en nuestro planeta y en sus seres vivos, nosotros incluidos.


Las profecías 3 y 4 se refieren, explícitamente, a la cuestión del maltrato medioambiental. No es nuevo que las actividades humanas en los últimos 150 años han alterado dramáticamente el ritmo natural y que, de no cambiar las políticas productivas a favor de la preservación de los recursos, lo que ahora nos provee de sustento va a terminar volviéndosenos en contra.


Las fallas de “todos los sistemas sobre los que está basada nuestra civilización”, se asienta sobre la excesiva confianza en los soportes digitales sobre los cuales funcionan las sociedades modernas. La quinta profecía apela al temor del desarreglo al unísono de redes de telefonía, Internet, televisión, transacciones bancarias y financieras, sistemas de aeronavegación y geolocalización, etc. lo que sería realmente catastrófico para el orden social. Aunque en 1999 - 2000, la promocionada crisis informática Y2K tuvo más de estrategia comercial y marketinera que de premonición apocalíptica.


La sexta profecía, la del cometa, tampoco es una novedad. Basta ver las cicatrices de la luna para entender el poder destructivo de cometas y asteroides a la deriva, que los hay de a miles en el sistema solar. Nuestro planeta también sabe de sus impactos: hace unos 200 millones de años la vida se extinguió en un 90%; 65 millones de años atrás desaparecieron los dinosaurios y una buena parte del reino vegetal y en 1908, en Tunguska, Siberia, un ínfimo bólido espacial incendió y derribó árboles en un área no poblada de 2150 kms.² al explotar en la atmósfera. Que un fenómeno de extinción masiva vuelva a pasar es solo cuestión de tiempo. En cuanto al desvío de su trayectoria por medios físicos, muy probablemente aún estemos tecnológicamente incapacitados. Y ni hablar de artilugios psíquicos: si incluso alguien me demuestra que puede doblar una cucharita de café con la mente, dudo que sea capaz de tan solo desviar un centímetro la trayectoria de un asteroide de 40 kilómetros de diámetro viajando a cientos de miles de kms. por hora.

La última profecía es un bálsamo frente a tanta adversidad. Nos invita a reflexionar y cambiar de actitud. Es, según creo, la parte más sustanciosa de todos los pronósticos mayas. Implica internalizar el mito, creerlo cierto. ¿Y para qué? Sin dudas, el 23 de diciembre de 2012 nos encontrará a las corridas tras los regalos navideños, el bolsillo debilitado y una buena cantidad de problemas irresueltos cuya solución pasará al siguiente año. Y aunque el cielo no se venga abajo ni se abran las puertas del infierno, nuestra inconducta, desinterés e irresponsabilidad por el mundo que legamos a nuestros hijos van acelerando la llegada de ese día.

Lic. Agustín Gómez Augier

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